Bernardo Marín signava el dia 6 d’abril un interessant article, El “anumerismo” también es incultura, al diari El País, en el qual posava de manifest l’alt grau d’acceptació social que genera la ignorància en qüestions numèriques, en comparació amb altres dèficits culturals, que no es perdonarien en cap reunió ni que fos informal.
L’article incideix en la necessitat de tenir unes mínimes nocions matemàtiques, no només per entendre millor el món en el qual vivim, sinó per blindar-nos davant de determinades manipulacions, intencionades o no, a què ens sotmeten a diari.
Recapitulamos. Las matemáticas tienen una aplicación práctica en otras ramas del saber. Ayudan a entender el mundo en el que vivimos, a tomar mejores decisiones, a ser ciudadanos más responsables y a vacunarnos contra la manipulación. Pero también pueden proporcionar alegría. Bertrand Russell decía en su ensayo La conquista de la felicidad que si no se había suicidado en su adolescencia fue porque quería saber más de matemáticas. Sin tanto dramatismo pero con el mismo entusiasmo, Lledó se emociona hablando de un mundo que no es estrictamente el suyo. “Tengo un hijo matemático y me doy cuenta de lo que goza con lo que descubre. Intenté leer su tesis doctoral, no entendía mucho pero sí me daba cuenta de que hablaba de un universo maravilloso”. ¿Por qué esa fascinación por una realidad que ni siquiera podemos ver? “Tal vez porque somos fórmulas perfectas en un universo hilado en deducciones, análisis, intuiciones…”, concluye Lledó.